cobíjame en tu cuerpo de chaleco antibalas antes de que estalle el tiroteo de expectativas, y exigencias y condiciones y temores y desplantes y excesivas palabras…
Hoy solamente hoy, justamente hoy estoy borracho de impertinencias, estoy beodo de hostilidades, alcoholizado ad extremus de chismografía barata.
Por eso hoy solamente hoy, justamente hoy quiero vestirme de australopiteco para no entender o para entender nada.
Lucy graciosa Lucy, preciosa Lucy ven a mí; salvaje, peluda y resplandeciente, a devolverme mi forma primordial y primigenia de macho adusto e instintivo; quiero de vuelta mis afilados y largos incisivos, y mi pelaje alfombrado.
Me comeré el continente de un sólo bocado; aunque me quede atragantado....
Nada que ver con tanto alboroto, tengo el bolsillo roto y el estómago vacío y es tanto el tramposo hastío que gobierna mi reposo que ya parezco un oso hibernando en la nevera.
¡Y querías que me fuera! Pero la casa es mía, y mía es la poesía que declamas vulgarmente, por eso me lavo la frente con la mano del pecado y con lo que me has dado me lavo calladamente la cola de blonda paja que se quema contingente.
Atajo que no se ataja es regreso a la memoria, es retomar de una noria el agua contaminada por bacteria enfadada de muy malas intenciones. Observo tus pretensiones de adueñarte de mi vida mujer; si serás bandida, que mi corazón has atado a tu culo desbordado, a tu enagua primorosa, a todo el olor de la rosa que usas como arma de fuego, cada vez que das un ruego como si fuera una orden al peor fractal desorden de mi calma cotidiana, como soldada alemana.
¿Me dejas dormir otro rato? -ah maldito esposo ingrato, hay que sacar la basura…
Abro la puerta y ¡qué visión!, como estatua de ébano, perfecta seductora curvilínea sensual.
-¡Cobro por horas! me dice -está bien respondo sin dejar de babearme, ésta va a ser una noche inolvidable...
Se desnuda lentamente apetitosamente, baboso yo, la observo mientras salen de sus sienes un par de antenas largas como una torre y de su boca despuntan un par de colmillos, puntiagudos y filosos...
La columna de humo azulado se eleva al cielo fina y etérea crucial e inútil como mi pesadez fatídica.
Hoy estuve en todos lados cansado, extenuado, pregunté insistí continué persistí sin resultado.
Otro día sin trabajo, sin dinero para el pan, sin la leche para el bebé, sin silencios pacifistas, con disgustos y peleas; ¡mejor me voy al bar! si llego borracho no me dice nada, me tiene miedo cuando ando bebido, tiembla cuando siente mi aliento...
Siiii, mejor me voy al bar, me tomo unas birras vestidas de novia y olvido el asunto del empleo.
Pero, ¡ya va!, no tengo dinero, ¿cómo pago las cervezas? no las pago algún beodo me las brinda si le saco conversa y charlamos de mujeres o de fútbol.
Si, mejor me voy al bar, y me olvido del empleo de la loca de mi esposa del llorón de mi bebé... ¡mi bebé!, mi hermoso bebé...
No, mejor me vuelvo a casa me calo la cascada de regaños y me acuesto a dormir, así me levanto tempranito a buscar trabajo para darle su lechita a mi bebé
Camino hacia una esquina me detiene el semáforo, no hay autos a la vista, así que cruzo y salta de la nada un camión grande como un monstruo feroz como un velociraptor ubicuo como un padreterno, logro esquivarlo estoy a salvo por ahora, pero se me hiela la sangre mortalmente un punzante dolor en el brazo izquierdo una fortísima presión en el pecho y el mentón...el mentón
Obvio, hoy me tocaba morir de una manera o de otra...
Son las cuatro de la mañana,
el café está servido,
me lo bebo de un sorbo
y corro a buscar el autobús,
si hoy llego tarde me despiden,
las advertencias ya son tantas
que no caben en mis archivos personales,
-una falta más
-se me dijo-
una falta más
¡y sale disparado
al limbo del desempleado!.
Son las cuatro de la mañana
y mi esposa envuelta
en su capullo de seda
-ese baby doll que me costó un ojo de la cara-
duerme...
¿Soñará conmigo?
¡Qué importa con quién sueña!
Mientras sea yo el jardinero
y podador de su mata de pelo...
Me largo
que me deja el rodador metálico
carga humanos.
Hoy es el día de andar y desandar lo andado, ciertamente el trabajo es un fastidio agotador, entre bloques y cementos y pilares, entre alergias y callosidades, entre antihistamínicos y analgésicos adoloridos.
Pero en casa, estás tú cocinando con esmero, esperando mi llegada pantuflas en mano.
¡Oh! cuánto lo siento, eso es falso de toda falsedad, eso ocurrió en otro universo, en otra dimensión en otro espacio tiempo, ahora en cambio tú eres la secretaria del cretino ese que te seduce y te copula, mientras yo, tu ignaro esposo me rompo el lomo trabajando.