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lunes, 14 de enero de 2008

La última cena

Abro la puerta
y
¡qué visión!,
como estatua de ébano,
perfecta
seductora
curvilínea
sensual.


-¡Cobro por horas!
me dice
-está bien
respondo sin dejar de babearme,
ésta va a ser una noche inolvidable...


Se desnuda lentamente
apetitosamente,
baboso yo,
la observo
mientras salen de sus sienes
un par de antenas
largas como una torre
y de su boca
despuntan un par de colmillos,
puntiagudos y filosos...


Lo sé
moriré esta madrugada
pero
¿Qué importa?

Mi bebé

La columna de humo azulado
se eleva al cielo
fina y etérea
crucial e inútil
como mi pesadez fatídica.


Hoy estuve en todos lados
cansado, extenuado,
pregunté
insistí
continué
persistí
sin resultado.


Otro día sin trabajo,
sin dinero para el pan,
sin la leche para el bebé,
sin silencios pacifistas,
con disgustos y peleas;
¡mejor me voy al bar!
si llego borracho no me dice nada,
me tiene miedo
cuando ando bebido,
tiembla cuando siente mi aliento...


Siiii, mejor me voy al bar,
me tomo unas birras
vestidas de novia
y olvido el asunto del empleo.


Pero, ¡ya va!,
no tengo dinero,
¿cómo pago las cervezas?
no las pago
algún beodo me las brinda
si le saco conversa
y charlamos de mujeres o de fútbol.


Si, mejor me voy al bar,
y me olvido del empleo
de la loca de mi esposa
del llorón de mi bebé...
¡mi bebé!, mi hermoso bebé...


No, mejor me vuelvo a casa
me calo la cascada de regaños
y me acuesto a dormir,
así me levanto tempranito
a buscar trabajo
para darle su lechita a mi bebé


¡mi bebé!

Muerte citadina.

Camino hacia una esquina
me detiene el semáforo,
no hay autos a la vista,
así que cruzo
y salta de la nada un camión
grande como un monstruo
feroz como un velociraptor
ubicuo como un padreterno,
logro esquivarlo
estoy a salvo
por ahora,
pero se me hiela la sangre
mortalmente
un punzante dolor en el brazo izquierdo
una fortísima presión en el pecho
y el mentón...el mentón

Obvio,
hoy me tocaba morir
de una manera o de otra...

A trabajar

Son las cuatro de la mañana,
el café está servido,
me lo bebo de un sorbo
y corro a buscar el autobús,
si hoy llego tarde me despiden,
las advertencias ya son tantas
que no caben en mis archivos personales,
-una falta más
-se me dijo-
una falta más
¡y sale disparado
al limbo del desempleado!.

Son las cuatro de la mañana
y mi esposa envuelta
en su capullo de seda
-ese baby doll que me costó un ojo de la cara-
duerme...
¿Soñará conmigo?
¡Qué importa con quién sueña!
Mientras sea yo el jardinero
y podador de su mata de pelo...

Me largo
que me deja el rodador metálico
carga humanos.

Ignaro esposo

Hoy es el día de andar
y desandar lo andado,
ciertamente
el trabajo es un fastidio agotador,
entre bloques y cementos y pilares,
entre alergias y callosidades,
entre antihistamínicos y analgésicos adoloridos.

Pero en casa, estás tú
cocinando con esmero,
esperando mi llegada
pantuflas en mano.

¡Oh!
cuánto lo siento,
eso es falso de toda falsedad,
eso ocurrió en otro universo,
en otra dimensión
en otro espacio tiempo,
ahora en cambio
tú eres la secretaria del cretino ese
que te seduce y te copula,
mientras yo,
tu ignaro esposo
me rompo el lomo trabajando.