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lunes, 14 de enero de 2008

La última cena

Abro la puerta
y
¡qué visión!,
como estatua de ébano,
perfecta
seductora
curvilínea
sensual.


-¡Cobro por horas!
me dice
-está bien
respondo sin dejar de babearme,
ésta va a ser una noche inolvidable...


Se desnuda lentamente
apetitosamente,
baboso yo,
la observo
mientras salen de sus sienes
un par de antenas
largas como una torre
y de su boca
despuntan un par de colmillos,
puntiagudos y filosos...


Lo sé
moriré esta madrugada
pero
¿Qué importa?

1 comentario:

Sr. Sapo dijo...

¡tu di que si que la vida es corta! Ahora solo queda la duda de que murió, quizás fuera un infarto por exceso de ejercicio... Aplausos a la imaginación